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Crítica de “Fast & Furious 9”: ¿la peor película de la saga?

Abróchense los cinturones… puede que este sea un paseo que deseen no haber dado.

Inició en el asfalto y llegó hasta el espacio. A 20 años del lanzamiento de la primera película, el equipo de mecánicos (y dobles de acción) se volvió a agrandar para continuar con sus aventuras. Desde su último encuentro ha pasado tiempo, y Dominic Toretto ya no vive la vida ¼ de milla a la vez. Se ha civilizado para volverse un padre responsable alejado del peligro… hasta que descubre que deberá enfrentarse a su pasado si quiere cuidar a quienes ama. Para él, la familia es lo más importante, pero ¿qué sucede cuando su objetivo a eliminar es su hermano? Tiene como resultado la peor entrega que realizaron hasta el momento.

Cuando hablamos de “Fast & Furious”, es imposible omitir el cambio de visión que hubo en la franquicia. En primera instancia, fue una historia de autos, una carta dedicada para los corredores que representó a la perfección el mundo de quienes se dedican a los vehículos; luego (a partir de “Fast Five”) pasó a ser un relato que prioriza la acción por encima del valor que tuvo en el pasado, y finalmente, consagró su rumbo actual en “Furious 7”, film en el que decidieron tomar una percepción incluso fantasiosa del asunto. Por supuesto, para los fanáticos de las carreras y la velocidad fue un insulto que parece ser careció de relevancia, ya que los empresarios detrás de cada cinta se volvieron multimillonarios, y después de todo, eso es lo único que importa en Hollywood.

La triste realidad es que la saga pasó a ser un proyecto al que se le perdona todo porque solamente ofrece entretenimiento. ¿Escucharon hablar a Vin Diesel sobre la familia? No dudamos de que los miembros del elenco son sus hermanos y que todos pasan un gran rato en cada rodaje (de hecho, es probable que ese sea uno de los principales motivos por los cuales estrenaron más continuaciones de las necesarias). Pero, es hasta irrespetuoso que ya no les importe entregar un producto que es meramente visual y no contiene calidad en su propuesta. El guion y la dirección son los pilares principales de cualquier largometraje. Hemos visto miles de veces escenas de pelea y estallidos anaranjados en la pantalla que no tuvieron la necesidad de denigrar al cine para lograr su objetivo. Los títulos de esta saga dejaron de priorizar ambos trabajos hace tiempo, pero incluso así funcionaron. “F9” ni siquiera es una buena película para pertenecer a “F&F”.

En primera instancia, es imprescindible ir en contra de la nula profundidad de cada personaje y el maltrato al elenco. Tyrese Gibson (Roman) y Ludacris (Tej) gozan de ser el alivio cómico que aporta humor a la tensión desde siempre, pero en esta ocasión, ese fue literalmente su único rol. No aportaron más que comentarios divertidos e incluso así tuvieron un mayor tiempo de diálogo que cualquier otra personalidad del reparto. Para un mejor entendimiento, los invitamos a ver “The Fast and the Furious” (2001), film donde Toretto dice más palabras que en los últimos cinco años. Se mantiene tenso, a la defensiva… e irreconocible. Además, ya es hasta molesto ver cómo rompe estructuras o tiene una fuerza inhumana. No lo decimos nosotros, el hartazgo quedó demostrado y expuesto en la cinta dado que ellos mismos, de forma totalmente consciente, bromean con el hecho de ser “invencibles”.

Por otro lado, tenemos a Michelle Rodriguez (Letty) que se plantea el conflicto interno de que su nuevo estilo de vida no coincide con su forma de ser… sin ninguna resolución. Y mejor no hablemos de Nathalie Emmanuel (Ramsey), cuyo papel está presente únicamente para justificar la tecnología absurda y para tener a una cara bonita que reaccione a los eventos (indudablemente, podríamos decir que tuvo más gestos de sorpresa que líneas). Mientras tanto, ¿qué sucedió con los villanos? Charlize Theron (Cipher) no tuvo absolutamente ningún efecto; Thue Ersted Rasmussen (Otto) ni siquiera aparece en Google como parte del elenco y John Cena (Jakob) significó un desperdicio de oportunidades por su desarrollo mal ejecutado.

A pesar de que la problemática con los personajes es un gran conflicto, el mayor error de “F9” se encuentra en la temática que tomaron para explotar: el pasado. No podemos negarlo, los orígenes de Toretto son lo mejor de la película. La elección de casting es correcta, los detalles coinciden y fue sin dudas lo más interesante de ver. Pero, al dibujar aquellas imágenes que antes solo podíamos imaginar, descuidaron lo que ellos mismos hicieron en las entregas anteriores. Repitieron conceptos hasta el cansancio: un miembro de la familia siendo un enemigo; Dom que primero insiste en hacer el trabajo solo y luego está al borde de la muerte; el almuerzo familiar al final; los autos destruidos por un imán gigante; personas aterrizando perfectamente sobre autos; las bromas de Roman… ¿necesitan algún ejemplo más? La subtrama sobre viajar al espacio fue el diferencial y literalmente inició como un chiste entre Justin Lin y Vin Diesel, sin mencionar que el reencuentro con Lucas Black (Sean, de “Tokio Drive”) dentro de aquella secuencia dependió de una ridícula casualidad.

Incluso con todo lo mencionado, las decisiones creativas sobre Sung Kang (Han) fueron las peores tomadas. Su arco estaba cerrado, y el hecho de que la saga proponga un orden no cronológico, hacía que la historia fuera más interesante. Al revivirlo, volvieron inverosímil al papel y le quitaron la poca coherencia que le quedaba a la franquicia junto con la oportunidad de mantener el único atractivo no visual que poseían.

Llegados a este punto, el proyecto pasó a ser una ventana de exhibición para las verdaderas estrellas: el equipo de efectos especiales y escenas de acción. La espectacularidad supera al absurdo y logra mantener a la audiencia sin pestañear. A pesar de los inconvenientes, el momento en que el auto despega hacia el espacio es divertido y atrapante. Aunque, lejos de coincidir con esto último, cabe destacar también que el drama presentado a través de la angustia del pasado de los hermanos Toretto es apreciable y una gran decisión para el inicio del fin. En conjunto con la referencia a la anhelada presencia de Paul Walker (Brian) en la conclusión, son los mejores aspectos del film.

En definitiva, “Fast & Furious 9” es una oda al entretenimiento puro y el mejor alimento para el desgaste de una industria que prioriza los ojos y los estímulos fáciles de atención antes que los valores de una mínima profundidad que requiera esfuerzo. Justin Lin, el responsable de dirigir la tercera, cuarta, quinta y sexta entrega, no supo utilizar sus mejores cartas en este nuevo universo. Que los autos de Toretto se volvieran superiores a los Transformers de Michael Bay y recorran el ¼ de milla por las estrellas inició como un chiste, que se volvió realidad. La franquicia despegó hasta el espacio… y la tolerancia de los espectadores cayó por el suelo.

Como fanática del film de 2001, y miembro de una familia de mecánicos decepcionada con la saga, espero que el final dividido en dos retroceda hacia sus verdaderos orígenes y pise el freno en el lugar donde realmente debe estar: en el asfalto.