Un hito en la historia del evento, tapado por el drama de Chadwick o Anthony.
El cierre de la rueda de reconocimiento de Hollywood será recordado por los siglos de los siglos, amén. Pero, no por una buena causa. ¿El “perreo” de Glenn Close? No es suficiente. La última edición de la Academia tenía todos los elementos para ser una épica celebración: la solución al formato de las anteriores entregas de premios; numerosas sedes que aprovechar por única vez; un contexto que se prestaba a los mejores sketches para aliviar el dolor que causó o discursos sobre las consecuencias en la industria; un In Memoriam intenso de estrellas a homenajear… Y lo que debería haber sido el mayor acontecimiento de la noche: en 70 años, una mujer iba a levantar por segunda vez el galardón por Mejor Dirección y Mejor Película. Desgraciadamente, una desafortunada organización constituida de malas decisiones dejó a los nominados, invitados y al público con una sensación de amargura, que solo podrán sanar el siguiente año.
“Sos mujer, ganás el Óscar a Mejor Directora y Mejor Película (sólo había pasado una vez) pero no cerrás la noche porque alguien decidió hacer la cosa más anticlimática del mundo: entregan Mejor Actor al final, gana Anthony Hopkins, el chabón no está y nadie lo recibe por él”.
A partir de la repercusiva publicación de Fito Mendonca Paz (@fitomendonca), nos preguntamos: ¿qué sucedió? No es una cuestión feminista, es un error que va más allá. El orden aleatorio de categorías no se sostiene bajo un argumento válido y el desequilibrado video en honor a los fallecidos (que mantuvo un ritmo acelerado y solo se detuvo de forma respetuosa en el rostro de Boseman) roza lo desvergonzado. Ambos se plantearon de forma que la categoría de Mejor Actor culmine en un cierre emotivo que fuese el momento promocional de la noche (aunque, ni siquiera eso hubiese salvado el soso evento). Como el resultado fue otro, la ceremonia en su totalidad perdió el poco sentido que sostenía. De hecho, corre el rumor de que se suponía que Olivia Colman recibiría la estatuilla en nombre de Hopkins, pero… no la tuvieron en cuenta y Joaquin Phoenix procedió a hacer el favor de finalizar con la peor edición de la historia de los Óscars.
La Academia siempre fue criticada por machismo y racismo, incluso a pesar de que en la última década mostraron una intención superficial de sanar las acusaciones. Casualidad o no, los organizadores de este año expusieron su falsa evolución en su falta de agilidad y conciencia. Ellos fueron los que quedaron demasiado chicos delante de tal hito. Puede que el reconocimiento hacia Chloé Zhao y “Nomadland” no hubiesen sido ninguna sorpresa, pero despreciar ambos momentos definitivamente es algo que no se dejará pasar por alto. ¿Quién le dijo al que decidió no dejar Mejor Película para el desenlace que era una buena idea? Estados Unidos es el territorio de la intolerancia, para bien y para mal. Todo se cuestiona y se lleva al extremo. En medio de la revolución feminista e inclusiva de raza y color, que propone exponer errores y aportar al cambio en la industria, se denigró a una mujer asiática. No sabemos si la directora volverá a formar parte de un acontecimiento trascendental en Hollywood, pero una cosa es segura: el mundo no olvidará cómo arruinaron su momento de brillar.