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Una vida llena de presiones que terminó en una sobredosis: la trágica historia de Judy Garland

La actriz tenía todo para ser una estrella, pero se topó con una vida llena de obstáculos.

Icónica en el mundo del cine. Conocida por su participación en películas como “Nace una estrella”, “El mago de Oz”, “La rueda de la fortuna”, “El pirata” y “Las chicas de Harvey”, recibió reconocimiento de la industria a lo largo de su carrera: se alzó con el Óscar, el Globo de Oro, el Cecil B. DeMille, el Grammy y el Tony. Es, sin lugar a dudas, una leyenda de Hollywood y uno de los grandes mitos cinematográficos.

Pero no tuvo una vida color de rosas, sino que fue todo lo contrario. Para sus 13 años, la intérprete -que comenzó su trayectoria a los siete- sufrió una dieta impuesta por la MGM basada en sopa, lechuga, 80 cigarrillos diarios para reprimir su apetito, anfetaminas para trabajar y barbitúricos para dormir.

A sus 19 años, se casó con David Rose y a sus 20 había quedado embarazada, pero tuvo que someterse a un aborto. Para sus 21, ya estaban divorciados. 

Dos años después volvió a conocer el amor, de la mano de Vicente Minelli, su director en “Cita en Saint Louis”. Con él tuvo una hija llamada Liza.

Para sus 25 años, sufrió una crisis nerviosa. Por esto, tuvo que ser internada en un psiquiátrico, donde intentó suicidarse cortándose las muñecas. En ese momento, sufría una adicción a los somníferos, al alcohol y a la morfina. También, tuvo que ser sometida a tratamientos de electroshock para superar la depresión.

Este tipo de problemas causaron su despedida de la Metro-Goldwyn-Meyer, estudio que la indujo en la adicción durante su adolescencia. Pero, lo más importante de esto, es que fue despedida mientras se recuperaba de su segundo intento de suicidio, en el que se había rajado la garganta.

Años después, contó en una entrevista que “lo único que veía delante de mí era más confusión”. Y agregó: “Quería apagar las luces en mi pasado y también en mi futuro. Quería herirme a mí misma y a todos los que me habían herido”.

Para ese entonces, estaba sin trabajo. Es por eso que recurrió a las giras de conciertos y a los especiales radiofónicos. Hasta que finalmente pudo regresar al cine con “Ha nacido una estrella”, a sus 32 años. Por este personaje, fue nominada al Óscar y BAFTA como mejor actriz; y se alzó con el Globo de Oro a la mejor actriz de comedia o musical.

En 1959, con tres hijos y a sus 35 años, enfermó de hepatitis. Los médicos le dieron cinco años más de vida. Tiempo después, confesó que tomó la noticia como “un gran alivio” ya que había dejado “de sentir presión por primera vez en toda mi vida”.

Para 1961, protagonizó la “más grandiosa noche en la historia del show business”: su concierto en el Carnegie Hall fue editado en disco y permaneció en el número uno por 13 semanas, hecho que le hizo ganar el Grammy a mejor álbum del año.

Pero a pesar de todo el reconocimiento que había tenido, nunca se sintió suficiente. Según contó un admirador que la visitó en su camerino en ese entonces, pudo observar cómo Garland escuchaba la grabación de la actuación que había acabado de terminar. Tras esto, se puso a llorar delante del espejo y repitió: “Eres una estrella, eres una estrella”, besando su reflejo.

Para 1969, exactamente el 22 de junio, la actriz falleció por una sobredosis accidental de barbitúricos. Muchas teorías hubo al respecto, incluida la del suicidio. Al respecto, Ray Bolger (intérprete del espantapájaros en “El mago de Oz”) dijo que “sencillamente, Judy se agotó”.